Este olor a chivo
que sudo en tu remera
que inunda tu buzo
este olor a chivo
este olor humano
me recuerda
el límite que ponías a mi nariz,
que no podía acercase
ni remotamente
a tu axilas
el límite que ponías a mis dedos,
a mi lengua,
que no podían figurar
ni remotamente
en tus negadas
tres
veces
negadas
cartografías anales
me recuerda
también
ese día final en el que dijiste
que no podíamos siquiera tener un hijo
que te daba miedo tener un hijo
conmigo
por que yo - dijiste - no quiero ser normal
y entonces no podríamos criarlo
sería un conflicto
un conflicto
ideológico
- dijiste.
te daba miedo
- pienso -
tener un hijo libre
un hijo que haga preguntas
un hijo al que no le de asco que en sus sábanas duerma
un gato
o dos
un hijo que quiera no lavarse los dientes un día
que odie a la policía
y los asados
y quiera una casa de barro
y hacer tela los domingos en una plaza
- como esa gente que a vos te interpelaba tanto -
y pintarse las uñas
o la boca
y cartografiar su cuerpo de otras posibles maneras
y cartografiar sus amores de otras posibles maneras
y sus alianzas político-afectivas
y sexo-afectivas
y mostri-afectivas
y mutante-afectivas
un hijo que sepa conectar
la a con la f con la e con la c con la t con la o con la s
y que instale en el campo semántico de esas siete letras
su modo de habitar
este mundo
y otros mundos
Te daba miedo la vida inmensa
tan inmensa sobresaliendo
por todos los costados
y todas las axilas
y todos los anos
de
tu
pequeñísimo
marco
Qué bien que me fui de vos
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