martes, 9 de junio de 2015

Psicoanálisis II

Hoy en el diván me di cuenta de que un hilito une mis abandonos repetitivos de cosas y personas, un hilito que no pude comprender. Sin embargo, sí pude comprender que hay una cosa que nunca fue alcanzada por ese círculo del hastío y el desencanto y entonces ahí está la clave para romperlo: la filosofía. 

Filosofía te amé desde el primer momento en que nos conocimos, yo tenía 17 años y te amé tan profundamente... Era en una pensión, era a la noche, era con un velador, era antiguo y griego. Te amé y te amo y creo que te voy a seguir amando mientras te mantengas así, infinita e inagotable, malabarista del sentido. Cuanto más te conozco más ocultás y más mostrás, saliendo de días y días de túneles veo durante segundos los perfiles de tus secretos, y cada vez que me acerco hay más, siempre más visiones del sentido. 

Filosofía sos mi relación más larga y duradera. Y la más increíble. 




"Sin embargo, existe [para los achuar] un momento
en que el conjunto homogéneo de sociabilidad
se interrumpe para dar paso a un universo salvaje
irreductiblemente ajeno al hombre.
Incomparablemente más reducido que el ámbito de la cultura
ese pequeño segmento de naturaleza comprende 
el conjunto de las cosas con las que 
ninguna comunicación puede ser establecida.
A los seres de lenguaje (aents)
cuya encarnación más acabada son los humanos,
se oponen las cosas mudas,
que pueblan universos paralelos e inaccesibles"  


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