"¿Por qué tenemos que quedarnos todos tan solos? Pensé.
¿Qué necesidad hay?
Hay tantísimas personas en este mundo que esperan,
todas y cada una de ellas,
algo de los demás,
y que,
no obstante,
se aíslan tanto las unas de las otras.
¿Para qué?
¿Se nutre acaso el planeta de la soledad de los seres humanos para seguir rotando?
Me tumbé de espaldas sobre una piedra plana, alcé la vista hacia el cielo y pensé en la multitud de satélites artificiales que debían de estar girando alrededor de la tierra. [...]
Cerré los ojos,
agucé el oído
y pensé en los descendientes del Sputnik que cruzaban el firmamento teniendo como único vínculo la gravedad de la tierra.
Unos solitarios pedazos de metal en la negrura del espacio infinito
que de repente se encontraban,
se cruzaban
y se separaban
para siempre.
Sin una palabra,
sin una promesa".
Haruki Murakami, Sputnik mon amour.
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